jueves, 21 agosto, 2025
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Los hombres vuelven al monte: una obra teatral que estalla en una serie de metáforas sobre la Guerra de Malvinas

Miguel Passarini

Hay un camino para viajar por los sentidos a través de los paisajes que atraviesa una historia que es parte de la historia argentina metaforizada, donde aparecen el monte, el pueblo, la casa, la guerra, la espera. Son los elementos de un relato poderoso e inquietante, constitutivos de la obra teatral de Fabián Díaz Los hombres vuelven al monte, conocida en la cartelera porteña hace poco más de una década bajo la dirección del mismo dramaturgo y con la notable actuación de Iván Moschner, que desde este domingo tendrá una versión local que busca sus propios sentidos y lugares.

Con funciones en la sala Tandava, bajo la dirección de Martín Gigena, gestor y director del espacio de formación y creación Teatro Estudio, la versión rosarina cuenta con la actuación de Franco Ramseyer, y el equipo artístico de esta propuesta se completa con el diseño de iluminación de Sebastián Aronson, música en vivo de Gastón Arias, diseño de escenografía y vestuario de Martín Gigena y Franco Ramseyer, asistencia de dirección de Sebastián Aronson, quien también tiene a su cargo la fotografía; diseño gráfico de Rafael Sevilla y producción general de Gigena y Ramseyer.

Territorio de espera y refugio

“El monte, territorio de espera y refugio donde se diluyen las fronteras entre la memoria y el presente. El calor asfixia, la sed quema, los fantasmas susurran entre el fuego y las tuscas. Un hombre espera a su padre ¿Qué secuelas deja el abandono? ¿Y la guerra? ¿Dónde habitan los fantasmas que no se van?”, adelantan desde el equipo de trabajo acerca de un material donde se cruzan dos historias fundamentales: la de un ex combatiente de Malvinas y la de su hijo, quien se interna en un territorio hostil para encontrarlo y para, al mismo tiempo, encontrarse a sí mismo.

De este modo, a través de un poderoso unipersonal, “la obra explora las heridas aún abiertas del conflicto bélico de Malvinas, tejiendo un monólogo que reúne voces de padres, hijos, madres, hermanas y compañeros de armas. Entre el realismo descarnado y la poesía del dolor, la pieza indaga en la soledad, el abandono y la delgada línea que separa al hombre de la naturaleza”, destacan.

El encuentro

“Estaba terminando el trayecto que había iniciado con Llanto de perro (2022-2023), la obra escrita por Andrés Binetti, cuando sentí el deseo de pensar y de trabajar en una nueva obra. En principio, busqué entre algunos bocetos propios, tenía unos borradores sobre Peer Gynt de Henrik Ibsen y a la vez seguía en la búsqueda de textos unipersonales. Así conocí Los hombres vuelven al monte y de inmediato noté la potencia del universo que plantea Fabián Díaz, su autor, y la posibilidad de profundizar mi estilo de dirección escénica a partir de las distintas vertientes que habitan en su texto”, contó Martín Gigena, quien se contactó con Díaz a través de un primer correo electrónico en enero de 2023.

“Me respondió pronto, pero me avisó que de momento no iba a ceder los derechos porque consideraba que la obra aún estaba viva para ellos como colectivo de trabajo. Así, durante el 2023 intenté ver la versión con Iván Moschner en Caba pero no pude. Seguí intercambiando mails con Fabián, y en febrero del 2024 me pasó el texto en un PDF. No sin antes sugerirme: «Creo que cualquier puesta nueva que se haga de la obra, debería descubrir su propio lenguaje». Así intenté que la propuesta vaya hacia el espectador en un relato donde se cruzan dos historias fundamentales: la de un excombatiente que, transformado por la experiencia de la guerra, escapa al monte correntino para vivir como bandido rural. Y la de su hijo, quien se interna en ese mismo territorio hostil para encontrarlo y para encontrarse a sí mismo. Entre el realismo descarnado y la poesía del dolor, siento que esta pieza indaga en la soledad, el abandono y la delgada línea que separa al hombre de la naturaleza”, contó el creador.

Volver a Malvinas

“El conflicto de la Guerra de Malvinas me sensibiliza desde un sentido humano y artístico. Siempre pienso que la causa y sus consecuencias no alcanzan las formas de visibilizarla. Además, reconozco que el teatro argentino ha sido parte de un lugar de resistencia ante el olvido. Por eso recuerdo obras locales que han dejado una huella imborrable en su tratamiento como Malvinas, canto al sentimiento de un pueblo de Néstor Zapata, que es un clásico o Carne de juguete de Gustavo Guirado, y muchas obras a lo largo del país”, evocó Gigena acerca de la temática.

Y profundizó: “En Los hombres vuelven al monte vi que se configura como una zona oscura, un corte entre el antes y el después. Lo que se ilumina no es el campo de combate, sino las huellas que dejó: hombres que regresan transformados, algunos convertidos en bandidos, otros incapaces de soportar el peso de la memoria. La guerra no se muestra en su transcurso, sino en sus consecuencias, en las vidas quebradas que arrastra. El texto desplaza la mirada de la épica del acontecimiento hacia la intimidad de las secuelas, revelando que lo insoportable de la guerra no está sólo en el campo de batalla, sino en la persistencia de su eco en quienes la atravesaron y en quienes los rodean”.

En el mismo sentido, Gigena habló también acerca de las connotaciones personales que el material tiene para su autor, cuyo padre estuvo en Malvinas. “Si bien es cierto que la obra expresa las vivencias personales de su autor, creemos que aborda también cuestiones universales, como por ejemplo el vínculo padre e hijo. En ella convive ese intento desesperado de encontrar respuestas sobre la identidad, sobre el abandono, sobre las secuelas que un evento traumático puede desencadenar en una familia. La obra permite interpelaciones que trascienden lo particular, y estas preguntas son profundamente humanas”.

El proceso de trabajo

Gigena, director, gestor cultural y docente, buscó sus propias coordenadas a la hora de abordar el texto y desde el proceso de trabajo con el actor: “Franco (Ramseyer) se formó en el espacio del Teatro Estudio desde 2015 hasta ahora, donde sigue con su entrenamiento en actuación. A lo largo de estos años, trabajamos juntos en numerosas muestras y en Llanto de perro. Todo ese camino compartido hizo que el proceso creativo pudiera desenvolverse con profundidad y fluidez. Pero además veníamos de trabajar junto en Llanto de perro, una obra que transcurre en un ámbito rural que a la vez representa la frontera entre la civilización y la barbarie. Esta vez, el monte aparece no sólo como un paisaje, sino como un espacio simbólico: un lugar de búsqueda, de espera, de peligro y de revelación. Franco creció en Reconquista, se siente muy atravesado por esa idiosincrasia, y el colorido tono de su voz, su musicalidad, y esos silencios particulares de la región fueron parte en mi elección. Fue un encuentro entre la obra, nuestra historia y nuestras búsquedas artísticas”.

Y sumó: “Fue un proceso muy intenso y artesanal. Partimos del texto original de Fabián y no hicimos grandes modificaciones; la obra está prácticamente tal cual en su versión original. Sin embargo, en el trabajo de ensayos fuimos encontrando silencios, pausas, gestos e interpretaciones que nos permitieron habitar ese monte a nuestra manera. Para poder profundizar en los silencios y darles más tiempo a algunas escenas que nos parecían cruciales, lo que hicimos fue recortar algunos fragmentos de la pieza original, pero sin modificar el contenido ni el sentido. Y el proceso del actor fue arduo, ya que es un texto muy extenso. Es como una especie de poesía extendida, sin didascalia alguna (las aclaraciones de espacio tiempo y sugerencias que suele hacer el autor). Y con la actuación buscamos la organicidad, respetando la respiración y proponiendo texturas para cada personaje, mientras los personajes aparecían con naturalidad corpórea en el actor que es muy dúctil para eso”.

En ese sentido, el director y maestro destacó como crucial, “el diálogo entre la actuación, lo sonoro y la iluminación”, porque cada lenguaje aportó para la concreción de su materialidad final. “A través de texturas sonoras, con Gastón Arias, que toca varios instrumentos en vivo, fuimos encontrando una vibración particular para el momento de la escena y de toda la obra. El diseño de luces de Sebastián Aronson sumó la creación de otros espacios dentro del mismo espacio general. Y cada sonido y cada color en escena crean una atmósfera que busca narrar los estados que va desplegando el personaje del hijo”.

Y finalmente cerró: “En uno de los correos, le decía al autor, y ahora lo repito, que respecto del proceso de trabajo, yo soy director de teatro, aunque prefiero decir de actores. Mi alma vibra desde ese lugar del afuera, admiro y respeto la calidad y sensibilidad de mis compañeros actores y busco formular con ellos un diálogo muy elevado y productivo. También tengo siempre en cuenta que acá hacemos teatro con los amigos. Lo hacemos desde hace mucho y con absoluta convicción y alegría. Porque es lindo hacer arte con quienes estamos sonando igual en muchas cosas y porque nos sabemos cuidar en ese camino. Entendemos el compromiso que representa en el conjunto y siempre, una obra, es todo un viaje”.

Para agendar 

Los hombres vuelven al monte se presentará en la sala Tandava (9 de Julio 754), por el momento, los domingos 24 y 31 de agosto, a partir de las 20. Las reservas de entradas anticipadas se realizan a través del 341-5778401. IG @teatroestudiorosario

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