Por Luciana Mangó
Después de más de tres décadas en el periodismo, Pablo Gavira decidió volcarse a la política. Hoy integra la lista que lidera Carolina Labayru en Unidos para Cambiar Santa Fe, en el tercer lugar, en representación del partido UNO. La propuesta llegó hace 5 años de la mano del pastor evangelista y diputado provincial Walter Ghione, pero recién ahora sintió la convicción para aceptarla. Hace 15 años se acercó a una comunidad de fe con la que recorre barrios de la ciudad y charla con los vecinos. A partir de esa experiencia busca darle un contenido social a sus propuestas, en las que plantea un trabajo conjunto con los vecinos y la comunidad, más allá de la ayuda del Estado. Asegura que quiere dejar una huella y apuesta a generar un cambio de cultura desde una banca en el Palacio Vasallo. En diálogo con El Ciudadano, el candidato habló sobre su acercamiento a la política, los proyectos principales y la búsqueda del diálogo entre los diferentes sectores para concretarlos.
—Después de 35 años dejaste el periodismo para involucrarte en la política. ¿Cómo vivís el proceso?
—Fue una decisión difícil porque amo el periodismo, pero llegó un momento en que tuve que elegir. Creo que se pueden hacer ambas cosas, pero en la política mi visibilidad mediática se interpretaba como una ventaja cuando, en realidad, solo es mi profesión. Al final me replanteé: ¿Dónde estoy parado? ¿Qué quiero aportar? Y entendí que, desde lo social y político, podía contribuir de otra manera.
—¿Cómo viene la campaña?
—Como periodista siempre estuve en contacto con la realidad, caminé los barrios, no vivo en un country, no me agarra distraído. Vi problemáticas que el Estado no resolvía y pensé: «Yo puedo hacer algo más que informar; puedo aportar, puedo accionar sobre mi mirada”. Tengo proyectos concretos. Además, mi participación en comunidades de fe me mostró el poder de la transformación social sin depender solo del Estado. Es un proceso que comenzó hace 5 años a partir de la propuesta de Walter Ghione para integrar el partido UNO, que es relativamente nuevo.
—¿Cómo surgió esa propuesta?
—Walter Ghione me contactó después de seguir mis opiniones en redes sociales. Me sorprendió que conociera tanto de lo que yo decía. Durante años, critiqué situaciones que vivía y que en el noticiero no podía profundizar. Cuando Walter me propuso sumarme al partido tardé cinco años en aceptar. Si hubiera venido alguien con otra línea ideológica, quizás no habría entrado, pero con él sentí alineación. Mi recorrido de tres décadas en el periodismo me permitió llegar hasta acá. Creo que estoy en un buen momento para la política. Tengo un perfil social muy profundo desde donde creo que se pueden resolver problemas, con un Estado presente en lo justo y necesario pero sin que sea el padre que te da todo. No estoy a favor de entregar un plan social para resolver la vida de alguien.
Hace mucho estoy yendo a los barrios, entonces yo no le hablo a la gente como le habla un político, porque no soy político. Yo les digo: «Che, yo no te tengo que dar nada ni prometer. ¿Cómo lo hacemos en conjunto?”. Cuando cambiás el discurso, aquel que está acostumbrado a que vengan a ofrecerle algo y se encuentra con un tarambana como yo que le dice, «¿Y vos qué me das a mí para que yo intente hacer algo por vos? ¿Cuál es la tu parte de colaboración?”, a lo que responden: “Ustedes me tienen que dar”; y yo les pregunto: “¿Quién te tiene que dar? ¿el Estado? Bueno, discutamos”. Creo que necesitamos ese choque. Si de cada 10 cambio a uno en la forma de pensar se va a realizar el laburo que tengo en mente. Sé que no vengo a hacer lo mismo. Dejé un laburo de 32 años donde me iba muy bien y sé quien soy.
—¿Cuándo te acercaste a la religión?
—Hace 15 años. Pasé por el ateísmo, el catolicismo, hasta involucrarme en una comunidad evangélica. Empecé a trabajar con la comunidad. Veía cómo trabajaban en los barrios, cómo acompañaban a las personas. Allí vi cómo se rescatan personas de adicciones, violencia o exclusión, sin depender del Estado. Eso me marcó. No hablo de religión, sino de trabajo comunitario concreto. Si eso se puede trasladar a un lugar de decisiones como el Concejo podríamos cambiar realidades. A Walter lo miro diferente. Es pastor, diputado, creó un partido, estamos más o menos alineados. Quizás, si hubiese venido alguien que no esté en esa línea, hubiese seguido como hasta ahora, pero acá se acomodaba un poco una forma de vida.
—¿Cómo definís tu perfil político?
—No me considero de un partido, sino de la gente. Me desilusioné, no del partido, sino de la gente. Voto personas, no estructuras. Creo que, más allá de las diferencias, hay puntos en común con cualquier referente. Por ejemplo, con Juan Pedro Aleart, con Monteverde o con Cavatorta podríamos coincidir en tres de diez temas para mejorar la ciudad. ¿Por qué no trabajar juntos en esas coincidencias?
—¿Qué proyectos sociales querés impulsar?
—Los playones deportivos en barrios vulnerables, con profesores y actividades para jóvenes y adultos mayores. Un vestuario móvil. La problemática es muy fuerte en los barrios. Si podemos activar a la gente para hacer más allá del Estado, sería un avance. También propuse túneles en Circunvalación para descongestionar el tránsito entre Mendoza y Córdoba, y entre Córdoba y Juan José Paso, una idea que ya está en evaluación en la Municipalidad. Son soluciones prácticas, no promesas vacías.
—Mencionaste que no venís a hacer lo mismo, ¿en qué te diferenciás de otros candidatos?
—Quiero dejar una huella. Mi discurso es directo. No voy a prometer lo que no puedo cumplir. En los barrios, les digo: «No vine a darles nada, sino a preguntar cómo podemos resolver juntos». Eso choca, pero es honesto. Además, mi experiencia como periodista me dio credibilidad y contacto con la gente.
—¿Cuál es la huella que querés dejar?
—Cambiar la mentalidad de que el Estado lo resuelve todo. Si logro que, de cada diez personas, una entienda que su participación es clave, ya es un triunfo. Y si concretamos obras como los túneles o los playones, mejor. No quiero que me recuerden a mí, sino que digan: «Esto funciona.» Desde el Concejo se pueden hacer cosas. Jorge Boasso hizo la ordenanza para prohibir fumar en lugares públicos y cambió una cultura. Yo quisiera hacer un cambio de cultura. Desde el Concejo se puede hacer más que darle un premio a L-Gante.
—Es tu primera incursión en política y decís que las personas en los barrios te escuchan porque no les hablás como político, ¿ves una ventaja en ser un outsider?
—En los últimos tiempos hubo un par de periodistas que se involucraron en política, pero yo pago impuestos, estoy en contra de un montón de cosas, por eso estoy acá. Mi profesión es periodista, dejame hacer las dos cosas juntas. Si no me dejaron fue por la miseria de los políticos que quisieron que yo me baje. Dejame hacer las dos cosas y no hablaríamos más de los periodistas en política, hablaríamos de un tipo que está comprometido con la política y que sigue haciendo su profesión. La única diferencia es que me puedan conocer, pero yo les tengo que explicar qué es lo que hice o qué es lo que quiero. La gran mayoría de los políticos son parecidos, pero hay un espacio mínimo en el cual están ubicados tipos que han hecho de verdad cosas. Soy un convencido de que había que comprometerse y meterse en los lugares donde se toman decisiones. No sólo llevaré ideas, sino que voy a llevar la cuestión mía de fe.
—¿Cómo imaginás que quedará conformado el Concejo municipal?
—Polarizado, pero con oportunidades. Si Unidos pierde la mayoría habrá que negociar. Yo buscaré puntos de coincidencia, incluso con la oposición. Por ejemplo, con Juan Pedro podríamos trabajar en seguridad o infraestructura, más allá de las diferencias partidarias. Creo que hoy Juan Pedro lleva una pequeña ventaja por la tele y porque hay una marca detrás de él muy fuerte. El eslogan que presenta dice “Juan Pedro Aleart es Milei”. ¿Y la idea? ¿No hacer los túneles en Circunvalación, no cortar los pastos? No sé si la gente lo está votando a él, a Milei o a una idea. Yo tengo las ideas claras. Juan ¿cómo destrabamos esto? Si vos sos Milei pegale un llamado. Yo buscaré puntos de coincidencia, incluso con la oposición. Yo me siento a charlar con todos.
Estoy en el lugar que quiero estar, en el partido UNO con Walter Ghione y todo el equipo. Ojalá Dios me dé la capacidad para hacer que todos trabajemos en los puntos de coincidencia y no en las desigualdades que podemos llegar a tener por un partido político.