Para pensar los cambios en la estructura económica del país, comparto la Encuesta de Expectativas de Empleo (ENE) publicada por ManpowerGroup, que muestra a la Argentina posicionada como el país con las proyecciones de contratación más débiles en América para el período de abril a junio de 2025.
Este estudio empieza a verificar algo que venimos planteando y reflexionando de cómo se está reconfigurando nuestro sistema económico. El país va a crecer, pero el crecimiento va a ser desigual. El desarrollo no va a ser homogéneo.
Este aspecto va a profundizar la ruptura de una suerte de creencia o imaginario de homogeneidad. La idea de homogeneidad también se presentaba en la estructura social y cultural argentina. La transformación del modelo productivo abre y complejiza el mapa de situación general.
El quiebre del paradigma de la homogeneidad también tiene su correlato en la estratificación social: la amenaza que parece jaquear a la clase media, de la que Argentina se sintió orgullosa durante mucho tiempo.
El cambio. La autopercepción de ser de clase media se desplomó en dos décadas. En 2004, preguntamos quiénes se percibían de clase media y el 94% sentía serlo. Los de clase alta que decían ser clase media, lo hacían por vergüencita. En Argentina, hay una especie de percepción generalizada de que, si sos rico, no es por el fruto del laburo, el esfuerzo, el ascenso o cualquier categoría asociada a la clase media. Rico es sinónimo de trucho.
Argentina es uno de los países en donde la riqueza no ha tenido nunca una posibilidad de expresarse como un valor positivo. Si sos rico, la gente generalmente cree que es porque cagaste a alguien, porque sos político y coimeás o porque sos narco. Y en los hechos, muchas veces se verifica. Son las tres declinaciones que pueden explicar la riqueza.
Y los de clase baja que se percibían clase media expresaban el sentir la “posibilidad” del ascenso social; sentir un posible avance y que todos juntos llegarían. En el barrio crecían con pequeñas diferencias todos juntos. En la manzana se notaba que en algunos años casi todos o gran parte de ellos ascendía.
La clase media y su capacidad de absorción o de pertenencia es notable. “Todos somos clase media” es una idea que durante mucho tiempo dio vueltas en el inconsciente colectivo. Además, ser de clase media es lo que está bien. Porque es fruto del esfuerzo, no así ser pobre o rico.
En 20 años, casi la mitad del país dejó de sentirse clase media. Hoy el 46% se percibe clase media. Es decir, que en dos décadas cayó la percepción de clase media del 94% al 46%. ¿Por qué? Acá entramos en el terreno de los imaginarios y la cultura, para pensar cómo movernos si ya no opera como antes esa ancha y pavimentada avenida del medio de nombre: la clase media.
De lo homogéneo a lo heterogéneo. En este punto es conveniente observar la macro con una perspectiva microscópica. La clase media es la que define la identidad del “ser argentino”. Dentro de la clase media podemos observar dos grupos bien notorios con dos modos dominantes.
Una clase media alta que valora la riqueza, que habla de riqueza y que empieza a ostentar riqueza. Quieren el primer mundo, acá y ¡ya!
Una clase media baja que hoy la está pasando muy mal, que le queda claro la enorme dificultad para crecer y observa la posibilidad de ascenso con gigantescos impedimentos. El acceso a la vivienda es un sueño imposible. La idea de obtener dinero rápido y fácil parecería ser el único modo de acceder a la riqueza. La incapacidad de ahorrar hace su gran aporte a la construcción de estos sentidos. La timba online se presenta como un camino salvador. Lo que te puede salvar es un golpe de suerte. Hay una disputa entre lo común del progreso y lo individual del éxito.
Estratos. Si nos referimos a los extremos, clase alta, C3 y D1: ¿cuáles son sus rasgos expresivos en tiempos de transformación? En términos culturales, de hábitos y gustos este subgrupo, el C3, tiene códigos y formas nuevas como consecuencia o por su vínculo con las nuevas tecnologías, la pandemia, la economía y la política.
La estética de este grupo es la conjugación de los valores tradicionales de la clase media, pero sin el empuje aspiracional y sin un mango.
Este híbrido, de nuevas configuraciones, valores y estéticas puede interpelar también a la clase alta. Hay modos que antes por ahí quedaban restringidos a la clase baja que empiezan a ser mainstream. Va de abajo hacia arriba, hacia una dirección ilógica, pero verificable.
Catalizador. La clase media baja determinará el clima social. Argentina siempre tuvo un imaginario de clase media homogénea que representa el ser argentino y es lo que conforma o determina lo que llamamos el “mood social”. Hoy, este imaginario está resquebrajado por no decir roto. Y esta pregunta por el ser argentino está mutando. La clase media baja va a dominar el clima social.
La política, el arte y el mercado están inmersos en el problema de poder alcanzar o conectar con más personas. La falta de cercanía que se vive entre las instituciones, las marcas, la clase política, etc. y la gente es cada vez más honda.
Antes, con un mismo mensaje llegabas a una inmensa mayoría, el 94%, y hoy esa misma comunicación le estaría llegando a apenas menos de la mitad de la población. Todo esto con una sociedad que, como tal, está totalmente segmentada y dividida.
Es una época de disputa, están en juego y por establecerse nuevos valores y códigos, pero ya hay pistas para transitar y pensar cómo se están constituyendo los cambios de estructura económica, social y cultural en la Argentina.
* Fernando Moiguer es CEO de Moiguer Consultora de Estrategia.
por Fernando Moiguer