domingo, 20 abril, 2025
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Proyección de Milei y mala praxis periodística

Sabiendo que la democracia es igual que el mercado: es un sistema de comunicación, me pregunto ¿para qué sirve una Academia de Periodismo? Lo mismo vale en este siglo XXI para las academias de Letras, Medicina, etc.

Formalmente agrupan a expertos destacados para fomentar el mejor desarrollo de su actividad, formulando normativas para la buena práctica de su especialidad estableciendo estándares. En el caso de la de Periodismo, ser pilares de la calidad informativa que recibe la población, condición necesaria para la toma de decisiones individuales de los votantes.

Cualquier actividad que no se autorregula señalando aquellos que la realizan incorrectamente terminan desprestigiándose. Y al perder la confianza de sus destinatarios, imprescindible para el desarrollo de su tarea, se vuelve obsoleta.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Los intentos de dictaduras de todo signo de regular la práctica periodística para controlarla, censurarla y amansarla, justificadamente generaron en las instituciones periodísticas un rechazo visceral e inconsciente a criticar con nombre y apellidos a quienes ejercen el periodismo de mala manera bajo la premisa de no realizar “caza de brujas”.

Esto vale para las organizaciones empresarias como Adepa, las profesionales como Fopea y las del conocimiento como la Academia Nacional de Periodismo. Pero como toda virtud que en exceso se transforma en lo contrario, fuimos quedando maniatados sin poder advertir a la audiencia –los ciudadanos– las prácticas nocivas que afectaban la calidad de la información que reciben.

Me animo a hacer público lo que normalmente quedó reservada en el intercambio entre los miembros de las instituciones, mi disidencia a seguir negándonos a identificar a quienes realizan mala praxis, limitándonos solamente a exponer deontológicamente cuáles son las buenas prácticas, por ejemplo en la Academia Nacional de Periodismo, porque nuevamente Javier Milei criticó al presidente de esta institución, Joaquín Morales Solá, cruzando cualquier límite al llamarlo “imbécil”, y en su insulto le falta el respecto a toda la Academia de Periodismo.

Morales Solá, quien es además un caballero, nunca saldrá a responderle a Milei ni aspirar a ninguna defensa corporativa de la institución que conduce, pero yo sí siento el imperativo de no dejar pasar una más sin denunciar la mala praxis y la falta de integridad profesional de quienes realizan entrevistas al Presidente y no cumplen su función de preguntar sobre aquello que lo incomoda, repreguntar cuando no está respondiendo o lo realiza de manera manifiestamente incorrecta y de permitir ser vehículo de insulto a colegas sin una mínima expresión de disgusto.

Quiero compartir con la audiencia que no tiene por qué saberlo, que detrás de esta vinculación inadecuada del periodista con la fuente se solapa un intercambio económico. Así como se investiga que se haya podido cobrar dinero para tener acceso a determinadas reuniones con el Presidente, cualquier intercambio económico no necesariamente requiere que sea directamente material.

De la misma manera que configura un delito para los funcionarios públicos el uso personal de información reservada para conseguir beneficios, en nuestro caso en lugar de cobrar con dinero se puede cobrar con publicidad gratuita, doblemente valioso por estar enmascarada en el formato de periodismo.

Al mismo tiempo, el periodista que se presta a ese intercambio también está comprando una mercadería que luego vende porque ser parte del oligopolio de quienes concentran los reportajes al Presidente implica un aumento significativo en la contratación que realizarán los medios de ese periodista o directamente que el periodista funde casi sin costo su propio medio.

El ejemplo que ilustra esta columna es solo uno de ellos, Alejandro Fantino con su propio canal de streaming llamado Neura que tuvo esta semana varias horas a Javier Milei insultando a periodistas de trayectoria como Jorge Fernández Díaz, Carlos Pagni y Alfredo Leuco.

Cuando el Presidente habla de periodistas ensobrados por pagados, está proyectando su propia práctica en los demás, es él quien compra voluntades de periodistas pagándole con acceso exclusivo que luego se monetiza en dinero.

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