jueves, 9 octubre, 2025
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Cines, piletas subterráneas y quirófanos: así son los lujosos búnkeres que los millonarios preparan para la Tercera Guerra Mundial

Los búnkeres de lujo, refugios subterráneos y complejos antiapocalípticos se convirtieron en el último símbolo de estatus para millonarios y superricos preocupados por la Tercera Guerra Mundial, pandemias y desastres climáticos. En la actualidad, estos espacios no solo protegen, sino que también incluyen espacios enormes de entretenimiento como cines, piletas subterráneas, bowlings y quirófanos de alta tecnología.

Pocas cosas calman más las ansiedades de los multimillonarios que un búnker diseñado para resistir cualquier catástrofe, desde ataques nucleares hasta pandemias virales. Como explica Al Corbi, fundador de la empresa SAFE (Strategically Armored & Fortified Environments): “Si quieres sobrevivir bajo tierra, queremos que te diviertas”. Los refugios ya no son simples sótanos reforzados sino que algunas casas enteras se convierten en fortalezas tecnológicas del siglo XXI.

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Entre los lujos que se incorporan se encuentran túneles de escape que también funcionan como pistas de karting, fosas de 9 metros de profundidad con puentes giratorios, cañones de agua capaces de derribar helicópteros o drones, y sistemas de fuego defensivo sobre lagos artificiales. Los interiores cuentan con sistemas de filtración de aire contra radiación nuclear, agentes químicos y biológicos, además de claraboyas inteligentes que imitan la luz natural y la hora exterior, para mantener una “sensación de normalidad”.

Cada vez más estadounidenses buscan refugios subterráneos prefabricados, desde cápsulas de acero de 20.000 dólares hasta búnkeres personalizados de más de 5 millones, según la empresa Atlas Survival Shelters en Texas. Estos espacios se convirtieron en objetos de lujo comparables a autos deportivos o jets privados, y representan la exclusividad de poder sobrevivir donde otros no podrían.

Búnkeres de multimillonarios: quién los compra y cómo son

Algunos de los clientes más reconocibles incluyen a Mark Zuckerberg, cuya finca de Hawái cuenta con un refugio subterráneo de 465 m², y a Bill Gates, que según diversos informes, tiene búnkeres en todas sus propiedades. Ron Hubbard, fundador de Atlas Survival Shelters, asegura haber vendido refugios a “cuatro de las 15 personas más ricas del mundo”, además de dueños de equipos de la NFL y miembros de la realeza de Medio Oriente.

Hubbard describe sus creaciones como “el efecto Bruce Wayne”. “Apretás un botón y se revela la Baticueva. Pero con solo accionar un interruptor, se convierte en un refugio contra bombas nucleares y vos sos Batman”, sostuvo. Sus refugios incluyen sistemas de filtración avanzados, puertas herméticas, paneles solares y escotillas de escape, combinando seguridad con el confort de un departamento de lujo con proyectores de 150 pulgadas, seis sillones reclinables y cocinas equipadas.

Otros millonarios recurren a empresas como SAFE, que diseña búnkeres con simuladores de vuelo, tanques de tiburones y quirófanos de hospital. Naomi Corbi, enfermera y esposa de Al, supervisa que las salas médicas cuenten con cámaras de descontaminación y farmacias completamente abastecidas, adaptadas a las necesidades de los residentes para soportar largos períodos de aislamiento.

Sin embargo, el mercado se amplía más allá de los multimillonarios. Personas de clase media también adquieren refugios prefabricados, aunque de menor escala. Por ejemplo, Steve Schelthoff, de Arizona, compró un refugio de 170.000 dólares tras años acumulando oro, plata y comida deshidratada, convencido de que el planeta podría inclinarse sobre su eje e inundar Estados Unidos. La oferta va desde refugios de emergencia de 2,4 x 3,6 metros hasta lujosos complejos con piscina y bolera por más de 8 millones de dólares.

Los complejos de ultra lujo incluyen proyectos como Oppidum, en República Checa, que funciona como resort subterráneo con suites privadas, piletas, jardines simulados, bodegas y espacios comunes, buscando atender no solo la seguridad física, sino también la salud psicológica de sus residentes. Otros modelos incluyen apartamentos en silos de misiles de la Guerra Fría, reconvertidos en mini resorts de seguridad y entretenimiento.

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Los propietarios también se preparan para escenarios de colapso total: aseguran suministro de aire, cadenas de energía independientes y protocolos de seguridad operativa que incluyen desde guardias armados hasta robots de vigilancia. Para ellos, la prioridad no es solo sobrevivir, sino mantener el control del entorno y la seguridad de su familia y su fortuna.

La demanda global continúa creciendo. Hubbard ya construyó refugios en Reino Unido, Zúrich, Dubái, Chipre, Canadá y Polonia, mientras estudia la eficiencia de los búnkeres en Israel frente a ataques con misiles. Además, la tradición suiza de refugios obligatorios para hogares se mantiene como ejemplo de prevención, y se espera que países como Polonia sigan esta tendencia a partir de 2026.

Supervivencia, lujo y aislamiento

Más allá de la ingeniería y el lujo, para muchos críticos los refugios reflejan una perspectiva de aislamiento extremo y una convicción de que los millonarios pueden «escapar de los riesgos creados por ellos mismos«, ya sea el cambio climático, las pandemias o los conflictos sociales. Los especialistas también describen cómo los líderes tecnológicos buscan un futuro digital y subterráneo que les permita trascender la condición humana, evitando la interacción con quienes consideran una amenaza.

El “evento” que temen no es solo una catástrofe específica, sino un colapso social integral. Por eso, diseñan búnkeres con múltiples niveles de seguridad, habitaciones selladas, suministros independientes y entrenamientos tácticos para sus equipos, asegurando la autosuficiencia durante años. Algunos incluso combinan estas medidas con proyectos de agricultura sostenible, para garantizar la supervivencia alimentaria en escenarios prolongados de aislamiento.

Esta filosofía de “estar preparado” también se refleja en la diversificación de los refugios: desde granjas autosuficientes en Princeton o Poconos, hasta instalaciones subterráneas con entretenimiento y servicios médicos completos. El objetivo no es solo sobrevivir, sino mantener un estilo de vida exclusivo y blindado frente a cualquier eventualidad.

RV/ff

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