Se trata de Julián Aguirre, un joven que creció en la zona noroeste como referente de la banda de la Granada, quien aceptó su responsabilidad en un juicio abreviado por el homicidio de Julián Bravo cometida en 2021, siguiendo órdenes de un preso de Piñero, al cual le transmitió desde la virtualidad la ejecución
Uno de los lugartenientes de la banda de Los Monos en el noroeste fue condenado este lunes en un juicio abreviado como autor de la ejecución de Alejo Julián “Pipi” Bravo (19) cometida en abril de 2021, en el límite de nuestra ciudad y la vecina localidad de Pérez. La jueza de primera instancia Trinidad Chiabrera homologó el acuerdo de procedimiento abreviado, sentenciando a 13 años de prisión, pena que se unificó con una anterior en 29 años de cárcel efectiva.
Se trata de Julián Aguirre, de 26 años, a quien la fiscal María de los Ángeles Granato le atribuyó en base a los resultados de la pesquisa ser el autor material del crimen a sangre fría cometido el 5 de abril de 2021 que fue ordenado por el recluso de Piñero, Nicolás Toloza.
Emboscada fatal
Pipi, era oriundo de Empalme Graneros, había conocido a Toloza en la cárcel donde había estado preso por hechos de robo que acumulaba desde que era menor de edad. Cuando salió en libertad, según estableció entonces la investigación, empezó a trabajar para Toloza. Éste le aportó una moto Honda Titán y una pistola 9 milímetros.
El arma fue secuestrada en un allanamiento. Sin embargo, Toloza no creyó esa versión y lo acusaba de haberle dado el arma a otra persona.
Fue en ese marco que mandó a Aguirre a apretarlo para que dijera dónde estaba la 9 milímetros. En algún lugar de la ciudad se juntó con el joven y entablaron la comunicación por videollamada con Toloza, quien estaba alojado en el pabellón 9 de la Unidad Penitenciaria 11 de Piñero.
Bravo insistió en que le habían secuestrado el arma que le reclamaban pero éste no le creyó y en algún momento le ordenó a Aguirre que lo ejecutara.
Los pesquisas estimaron que fue pasadas las 15 de ese 5 de abril. Casi una hora después, sobre las 16, el cuerpo de Bravo apareció en un descampado de Uriburu y Las Palmeras. Un vecino vio cómo un auto frenaba en el lugar y segundos después seguía viaje dejando un bulto en la escena.
Para la fiscal, fue Aguirre, quien sin dudarlo, apuntó con un arma de fuego y disparó dos veces en la nuca a Pipi, causándole la muerte de forma instantánea. Luego, la investigación determinó que la macabra ejecución fue transmitida en vivo al instigador.
«Me trajo tranquilidad que acepten su culpabilidad», expresó a Telenoche Rosario la madre de Alejo tras la audiencia de este lunes, una voz que resuena entre la impunidad y el dolor de una violencia que no cesa.
Una carrera desde la cárcel
El ahora condenado ya cumplía una sentencia de 20 años por una extensa lista de delitos, incluyendo ser miembro de una asociación ilícita, extorsión, balaceras y homicidios en grado de tentativa, todos orquestados desde prisión.
Su rol fue identificado como referente de una violenta célula, integrada por Andy Benítez junto a los pesos pesados Mauro Geréz, Matías “Pino” César y Jonatan Almada. Esta asociación ilícita tenía como objetivo excluir a bandas antagónicas para afirmar su dominio en los barrios como Ludueña, Industrial y Empalme Graneros.
Uno de los enfrentamientos que más repercusiones tuvo por lo violento de los cruces fue con el grupo liderado por Francisco “Fran” Riquelme, ladero del otro capo narco de la ciudad Esteban Lindor Alvarado.
El instigador
Por su parte, Nicolás Toloza, quien ordenó el crimen del joven, también fue condenado el 4 de agosto último a 11 años de prisión por este hecho, que se le sumó a una pena anterior de 16 años por otro intento de homicidio, lo que elevó su condena total a 24 años.
Un preso sumó una condena por ordenar un crimen por videollamada